viernes, 6 de febrero de 2009

Santiago de Liniers

Santiago de Liniers y Bremond (Jacques Antoine Marie de Liniers et Bremond), Caballero de la Orden de San Juan de Jerusalén, Caballero de la Orden de Malta. (1753-1810)



Fue un militar francés, que desempeñó tareas militares (Capitán de navío de la Real Armada, Comandante General de Armas de Buenos Aires) y administrativas para España, alcanzando el título de virrey del Río de la Plata.

Nacido en la Ciudad de Niort, en Poitou, en 1753, realizó su formación militar en España, en la escuela militar de la Orden de Malta, de la cual egresó, a los 15 años, con la cruz de Caballero. Prestó servicio en su patria, en el regimiento de Royal-Piémont. Pero regresó a España, para recibir en Cádiz, en 1774 el grado de Alférez de fragata y, en 1796 en Montevideo, el grado de Capitán de navío.

Posee una extensa foja de servicios, ya en tierras americanas.

En 1803, fue nombrado gobernador de Misiones, por el virrey del Pino. Donde realizó un importante estudio político y científico de la zona. Pero fue destituido, porque ese informe, tocó intereses relacionados con el poder.

En 1804 recibe del virrey Rafael de Sobremonte el cargo de jefe de la estación naval de Buenos Aires, mas es transferido, rápidamente, a la Ensenada de Barragán. Allí lo encuentra la primera invasión inglesa al Río de la Plata en 1806. Su valor en la reconquista de defensa de la ciudad, en las dos invasiones inglesas a Buenos, especialmente porque el Virrey Sobremonte huyó, dejando a la ciudad librada a su suerte, le valieron el reconocimiento popular (Los porteños exigieron al cabildo la deportación de Sobremonte y el reconocimiento de Liniers en el cargo, nombramiento que confirma la corona). Y, también, la gratitud histórica.


Oleo: Charles Fouqueray. "La rendición de Beresford"


Su hermano el Conde de Liniers, tuvo alguna relación con que se lo considerara cómplice de una conspiración que pretendía anexar a Francia el Río de la Plata.


Lo sucedió en el cargo Cisneros. Liniers se instaló en Alta Gracia, Provincia de Córdoba, esperando la autorización para viajar a España, por la que sentía nostalgias. En el ínterin lo sorprendieron las noticias de los sucesos revolucionarios de mayo de 1810. Fiel a España, se opuso al proceso revolucionario. Fue hecho prisionero mientras organizaba una fuerza militar para sofocar la junta de gobierno porteña y, fusilado por orden de gobierno revolucionario, el 26 de agosto de 1810.


La ejecución de Liniers fue la primera de la revolución, la más dolorosa en aquellos tiempos, y aún hoy nos pesa.


Los que la decidieron desde el papel y desde las armas lo respetaban y admiraban. Los jefes militares revolucionarios, al recibir la orden de la Junta, se negaron a cumplirla, habían luchado a su lado durante la reconquista, eran compañeros de armas y amigos, lo apreciaban por esforzado y desprendido.


Pero hubo que llevarla a cabo. La noche anterior al fusilamiento, en el lugar conocido como Cabeza de Tigre, se dispusieron medidas extraordinarias en el campamento, porque se temía un motín. No comprendía la tropa, eso de fusilar a un valiente que tanto servicio había prestado.

La muerte de Liniers, se nutre en la tragedia. No fue traidor, él era monárquico y murió sereno, defendiendo sus ideas. Los hombres que iniciaban la independencia, no tuvieron alternativa. Debían proteger el comienzo de la que sería una larga lucha.Liniers vivió y murió como una persona consecuente con sus principios, y a casi 200 años, lo recordamos con gratitud, por su valor, y su leyenda.

Sus restos, contrariando las demandas de la familia, que deseaban resposaran en territorio argentino, se encuentran en Cádiz.

© Ana di Cesare